Extremadura, sus gentes y sus instituciones, necesitan que no nos quedemos impasibles viendo cómo la situación política y económica actual nos condena de nuevo a la parálisis y al retraso social. Sólo así entiendo la acción reivindicativa firmada por Monago junto con empresarios y sindicatos.
Es verdad que los ciudadanos y ciudadanas tenemos también un importante grado de escépticismo. Por un lado porque es ahora cuando a Monago se le acabaron las palabras y le salen los colores pálidos de su rostro. Ya no puede culpar a los que estuvieron durante décadas en la plaza del Rastro (donde se encuentra la sede presidencia Junta Extremadura), o a los que se marcharon de La Moncloa en noviembre pasado. Ahora son él y los suyos quienes mandan. ¡Y como mandan! Y pareciera que a falta de culpables pasados busca en otros compañeros de viaje a los cómplices y consoladores de su posible propia ineficacia.
Reivindicar está bien. Es una forma de abandonar el marketing político tan bien ejecutado hasta ahora y arremangarse para la acción: ya no caben los discursos proclamados con mensajes como "primero el empleo", "no vamos a abaratar los despidos" y "no vamos a subir los impuestos"... Y claro que hay deseo de que en Extremadura haya acción, y se cree empleo, y se recupere con vigor la ilusión, y el consumo, y la producción, y el comercio, y el turismo, y la investigación, y la construcción, y la agricultura, y las energías renovables...
Sólo con acción, hechos y resultados, será creíble la reivindicación. No lo olvide Sr. Monago: Lo primero el empleo.
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