Escrito por Pilar Cáceres en La Provincia.es
Denuncio la hipocresía, la mentira institucionalizada, el desprecio a los ciudadanos no poderosos -la mayoría de la población-. Detesto la ignorancia aplaudida, la sumisión a la injusticia, la pasividad ante el atropello de los derechos humanos.
Aborrezco una reforma laboral a la carta de los empresarios; una norma que representa un estado de excepción laboral. Denuncio a los que llegan al gobierno con falsas promesas para gestionar más tarde los recursos públicos y propiciar el saqueo, privatizando todos los servicios esenciales para la población, poniéndolos en manos de empresas con fin de lucro, ajenas al interés general.
Denuncio la desidia en la persecución del fraude fiscal de las grandes fortunas residenciadas en paraísos fiscales, mientras se grava aún más a las rentas bajas. Los desahucios, derivados de la avaricia bancaria, entidades a las que se les sigue dando toda clase de apoyo económico y de todo tipo. Delato la manipulación informativa en los medios de comunicación de masas.
Me resulta abominable la inmoralidad de quien dijo que no todos somos iguales ante la ley. Una realidad presentada torticeramente mientras se ensañan con un juez por investigar la corrupción en el ámbito de la derecha y los crímenes de la dictadura franquista.
Denuncio el azote salvaje al que se está sometiendo al pueblo griego, desde los mercados -herramientas del gran capital internacional-, y que pretenden extender a los pueblos del sur y del Este de Europa por la connivencia de gobiernos como el nuestro.
Desprecio a un gobierno que acepta imposiciones legislativas de los EE UU para defender las plusvalías de determinados oligopolios. Y la complicidad con las guerras que promueve el imperialismo para hacerse con los recursos naturales de otros países. Rehúso la obstaculización a la implantación de las energías renovables para favorecer los negocios de las multinacionales del petróleo. Afirmo que existe lucha de clases y llamo a la clase obrera de este país a despertar.
Aborrezco una reforma laboral a la carta de los empresarios; una norma que representa un estado de excepción laboral. Denuncio a los que llegan al gobierno con falsas promesas para gestionar más tarde los recursos públicos y propiciar el saqueo, privatizando todos los servicios esenciales para la población, poniéndolos en manos de empresas con fin de lucro, ajenas al interés general.
Denuncio la desidia en la persecución del fraude fiscal de las grandes fortunas residenciadas en paraísos fiscales, mientras se grava aún más a las rentas bajas. Los desahucios, derivados de la avaricia bancaria, entidades a las que se les sigue dando toda clase de apoyo económico y de todo tipo. Delato la manipulación informativa en los medios de comunicación de masas.
Me resulta abominable la inmoralidad de quien dijo que no todos somos iguales ante la ley. Una realidad presentada torticeramente mientras se ensañan con un juez por investigar la corrupción en el ámbito de la derecha y los crímenes de la dictadura franquista.
Denuncio el azote salvaje al que se está sometiendo al pueblo griego, desde los mercados -herramientas del gran capital internacional-, y que pretenden extender a los pueblos del sur y del Este de Europa por la connivencia de gobiernos como el nuestro.
Desprecio a un gobierno que acepta imposiciones legislativas de los EE UU para defender las plusvalías de determinados oligopolios. Y la complicidad con las guerras que promueve el imperialismo para hacerse con los recursos naturales de otros países. Rehúso la obstaculización a la implantación de las energías renovables para favorecer los negocios de las multinacionales del petróleo. Afirmo que existe lucha de clases y llamo a la clase obrera de este país a despertar.
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