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jueves, 8 de marzo de 2012

Día de la mujer trabajadora

Estoy contento de poder celebrar este día, de felicitar a las mujeres, de reconocerme con ellas, entre ellas, como ellas. Hasta donde mi memoria de adulto alcanza, me recuerdo siendo niño junto a mi abuela y junto a mi madre, ambas afanosamente trabajando en cosas que por aquel entonces, en los años setenta, se llamaban “sus labores”.

Entonces no se celebraba tan populosa y abiertamente un día dedicado a la “mujer trabajadora”, porque reinaba una miopía social que confundía trabajo con remuneración y producción con salario. Tampoco sabía yo, que ahora sí sé, que mi madre hubiera requerido una autorización de su esposo, mi padre, si hubiese optado por trabajar. Y es que, por increíble que nos parezca hoy día, el trabajo remunerado femenino fuera del hogar familiar estaba considerado una liberalidad y hasta cierto punto mal visto en el ámbito rural del que procedíamos.

No cabe duda que el Día de la Mujer Trabajadora es un invento que procede de un mundo patriarcal y masculinizado, una especie de concesión de los hombres a la reivindicación de las mujeres en su condición de plenitud de derechos ciudadanos y constitucionales. Pero no deja de ser a su vez un eufemismo machista si con ese término de “mujer trabajadora” no reconoce la importante labor de aquellas mujeres que permanecen en sus hogares dedicándose al trabajo familiar.

Ahora, de lleno en el siglo XXI, las cosas pudieran parecer bien diferentes. Las mujeres tienen igual condición de derechos y deberes que los hombres. Pero esto es solo una apariencia. Sigue existiendo diferencias sustanciales en el ámbito familiar, laboral y social. Y aquí, de la responsabilidad de solucionar la situación no se escapa nadie.

En nuestras familias siguen existiendo una desigual distribución de las tareas del hogar. Siguen existiendo muchas mujeres que no reciben el debido reconocimiento y consideración respecto de su trabajo en el hogar por el mero hecho de no generar ingresos económicos; cuando, bien sabemos el importe papel que significa en el ahorro familiar, en la producción económica y en el esfuerzo físico e intelectual que conlleva trabajar en casa. Por otro lado, no hay que olvidar la deleznable situación frecuente de violencia de género.

En el ámbito laboral sigue habiendo discriminación que perjudica a las mujeres trabajadoras. Sus contratos tienden a ser más precarios, sus categorías profesionales inferiores y sus sueldos están por debajo con respecto a los hombres.

No es cierto que a igual trabajo corresponda igual salario. La crisis económica ha supuesto una pérdida de espacios para la mujer: padecen con más dificultad el acceso al empleo; pierden más fácilmente el trabajo; incluso han retrocedido su participación en las estructuras directivas de las empresas y los consejos de administración. Por no mencionar la nueva desigualdad en los consejos de gobiernos y los consejos de ministros.

La Sociedad sigue pensando y hablando en género masculino, aunque la Real Academia no encuentre discriminación, porque nos han hecho creer que el masculino es neutro e incluye a todos los géneros. Y bien sabemos que es falso y nos dejamos delatar cuando nuestros hijos juegan con coches y nuestras hijas con muñecas; los perfumes seducen a los hombres y el color del coche lo elije la mujer; cuando la comida sencilla la hace el hombre y la comida familiar la sirve la mujer; o cuando hablamos de médicos y enfermeras y de jefes y secretarias.

En fin, celebremos el Día de la Mujer Trabajadora con tres luces de esperanza: cada día hay más hombres que consideran que este Día de reconocimiento de la mujer también es para ser celebrado por los hombres; en segundo lugar que la mujer tiene más capacidad que los hombres para readaptarse y orientarse hacia nuevas posibilidades de empleo y trabajo; y en tercer lugar que cada vez más hombres y mujeres preferimos ser dirigidos por mujeres en los mandos intermedios y superiores de nuestras empresas porque se ha demostrado que aportan valores cualitativos más innovadores que los hombres.

A todas las mujeres trabajadoras: feliz día.

1 comentario:

  1. Salud!Primero,gracias,después muchos peros.Porque,siempre debe reconocerse lo que está inspirado en la buena voluntad,en el convencimiento.La dosis de realidad que también reseñas pero...Ocurre que, la institucionalización y la liturgia acaban por comportarse a modo de envoltorio. Sólo hacen falta mazazos, tipo Gallardón, para chafar no sólo el decorado. Mi impresión,sin restar un ápice de esos logros, es que pueden ahora quedarse en fachada.Los cimientos están siendo atacados de manera salvaje.La realidad pasa por la feminización de la pobreza y, eso, no habla en favor de este día.Partiendo de ahí,sólo puedo vislumbrar retroceso por más voluntarismo que derroche.

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