Se necesitan mensajes claros hacia la ciudadanía

En momentos de crisis y sumo desconcierto, los ciudadanos y ciudadanas necesitan ante todo mensajes claros y orientaciones claras que obtengan el respaldo mayoritario y sean realmente metas colectivas a las que dirigirse. Habrá voces discordantes, teorías contrarias, habrá quienes traten de bombardear los mensajes..., demos por asumido que eso sucederá porque siempre ha existido. Pero aún así, la claridad de los mensajes, y sobre todo de las orientaciones llegará y hará que nos movamos mayoritariamente a un mismo tempo en una misma dirección.


Ha habido cambios de gobiernos locales, autonómicos y nacional. Pues ninguno de los tres ha hablado claro, sus mensajes están cargados de silencios, de reproches y de especulaciones, pero ninguno muestra una dirección. Pero tampoco crea que la nueva oposición se salva, porque su contribución al diálogo, al análisis y a las propuestas deja mucho que desear. Como si en todos los casos se encontrasen maniatados. Como ves, no trato de culpar a nadie y concreto.

Pero es normal que con esta forma de interlocución, los ciudadanos y ciudadanas estén más que hastiados de los políticos y políticas, se resalten sus fechorías y se desconfíe claramente de ellos y ellas para salir de la crisis económica y dar un nuevo rumbo a nuestra democracia y nuestro bienestar social.

En mi opinión, pese a sus intereses y sus identificaciones políticas y en muchos casos partidarias, los medios de comunicación en general están acometiendo su función a favor de la interlocución y la comunicación sociedad y clase política. Practicamente todos los medios, fueran progresistas o conservadores, amarillos o rosas, han tomado parte activa en la crisis. Y si no fuese suficiente, Internet es además y también una ventana abierta para la búsqueda y alcance de opiniones y contenidos y propuestas que no tienen cabida en los grandes medios. EL movimiento 15M, sin ir más lejos, utiliza las herramientas virtuales y ha demostrado que se puede llegar a saber, pensar y participar en sus procesos de participación y toma de decisiones.

Los ciudadanos y las ciudadanas, de forma individual y colectiva, de forma espontánea o a través de estructuras organizadas de la sociedad civil, llevan tiempo lanzando mensajes ascendentes a los políticos, las instituciones y los diferentes agentes sociales, sobre cómo están percibiendo los efectos de la crisis económica y del sistema tanto a nivel social como particular; sobre dónde estan las fallas en nuestra cohesión social; y sobre quiénes deben responsabilizarse en mayor medida en recuperar nuevos escenarios de estabilidad.

Pero, aunque los mensajes ascendentes sean claros, lo que se percibe igualmente es que nadie desde las estancias de poder e interlocución recoge el guante, las sistematiza, las vuelca en el diálogo político, las mueven y las convierten en propuestas viables y en orientaciones para la sociedad. No ha habido por tanto, un mensaje descendente que corresponda en la misma intensidad y media al emitido desde la ciudadanía.

Quiero decir por tanto que del mismo modo en que la base social hay mucha más claridad de ideas acerca de cómo se está viviendo y cómo se puede salir de la crisis, en cambio, en los niveles superiores de la estructura social reina una especie de caos intencionado, una estrategia oscura a favor de los intereses de unos cuantos. Y cada día que pasa, la distancia de va haciendo más y más grande. Hasta que llegue un punto de rebelión civil pacífica.

Islandia es un ejemplo reciente y al alcance, por el que tomamos interés y curiosidad sobre cómo ha sucedido y qué consecuencias ha tenido. Un país donde se ha producido un plegado de manos de los responsables políticos, jurídicos, sociales y económicos al sentir mayoritario de una sociedad que se movilizó, utilizó las herramientas democráticas a su alcance y expresó con claridad las líneas políticas y las orientaciones que se debían seguir. Y ahí están. Mientras tanto, aquí, seguiremos esperando.