Me atrevo con un análisis de cómo han votado las personas una vez visto los resultados del pasado domingo. Debo considerar en primer lugar el voto fiel obtenido por el PP que no ha dudado ni un instante sobre lo que tenía que hacer así como los siete millones de fieles, sufrientes y resignados socialistas. Ahora bien, el resto de ciudadanos y ciudadanas han optado por quedarse en casa o ejercercer un voto de hartazgo contra el gobierno saliente; votando con desencanto hacia los partidos mayoritarios (PP y PSOE) y ejerciendo su voto con conocimiento de causa: sabiendo que iba a ganar el PP y que éste no va a suponer un cambio a mejor de las políticas ni sociales ni económicas.
Una primera idea que quiero destacar y que pienso que ha condicionado el resultado es que durante este año 2011 la sociedad española ha retomado la política como parte del ejercicio de ciudadanía de cada persona y ha sentido la necesidad de no dejarla en manos de los partidos políticos, poniéndose de manifiesto, más que nunca, el alejamiento entre ciudadanos y partidos. Y esto ha sucedido más allá de las acciones en calles y plazas de los movimientos 15M o Demicracia Real Ya. En gran medida esto ha sucedido porque la magnitud de los problemas causados por la crisis están afectando de lleno a todas las personas y familias españolas, sea cual sea su condición social, formativa y laboral.
Y en segundo lugar quiero destacar cómo se ha hablado por los políticos durante estas elecciones. Las campañas electorales de los grandes partidos han acaparado de nuevo con sus mensajes todos los espacios de opinión, beneficiados porque las televisiones vienen obligadas a distribuir los tiempos según marca la ley. Y lo que he observado es que los verdaderos problemas de las personas han parecido quedar fuera de estos mensajes, describiéndose, en muchas ocasiones, la realidad española como la de un país ficticio, donde no existen dramáticas desigualdades sociales y ambientales. Por ejemplo, se ha utilizado la cifra del desempleo, pero a la vista de cómo se ha hecho, pareciera que España es un país con cinco millones de parados pero un país sin pobres, sin personas sin protección y sin situaciones desesperadas. O un país con bancos en situación difícil pero sin ciudadanos desahuciados de sus viviendas..., u otros problemas relacionados con el medioambiente que tampoco se han mencionado.
Con todo, la victoria ha sido para el Partido Popular, tan contundente como baticinaban las encuestas y daban por descontada en Europa y en los mercados financieros. Hay que felicitar al PP y a Mariano Rajoy, que si bien no se caracteriza precisamente por su habilidad seductora, sí se espera que mantenga la solvencia política en el seno de su partido (que tanto le costó lograr) y saque provecho de sus experiencias anteriores en los gobiernos de Aznar. Desde ayer comenzaron a votar los especuladores y los mercados financieros y los recados que le mandan son muy claros.
La derrota del PSOE ha sido sin paliativos, su pérdida de votos evidente. Quisiera resaltar que sólo el PSOE ha sido, una vez más, el gran perjudicado tanto por los efectos de la crisis como por las políticas de austeridad y recortes (no así PP ni CiU), como incluso por los supuestos casos de corrupción en algunas Comunidades (no así PP) y en Extremadura ni rastro de desgaste por el tácito acuerdo PP-IU.
Por último, hay que lamentar de nuevo la desvirtuación del resultado por efecto de las circunscripciones electorales provinciales y de la ley D'Hont convirtiendo en mayoría absolutísima el resultado del PP y dejando como cuarta fuerza política a la tercera más votada. De haber existido circunscripción única, el PP no habría conseguido mayoría absoluta y el Congreso de los Diputados hubiera tenido un semblante más progresista.
Una primera idea que quiero destacar y que pienso que ha condicionado el resultado es que durante este año 2011 la sociedad española ha retomado la política como parte del ejercicio de ciudadanía de cada persona y ha sentido la necesidad de no dejarla en manos de los partidos políticos, poniéndose de manifiesto, más que nunca, el alejamiento entre ciudadanos y partidos. Y esto ha sucedido más allá de las acciones en calles y plazas de los movimientos 15M o Demicracia Real Ya. En gran medida esto ha sucedido porque la magnitud de los problemas causados por la crisis están afectando de lleno a todas las personas y familias españolas, sea cual sea su condición social, formativa y laboral.
Y en segundo lugar quiero destacar cómo se ha hablado por los políticos durante estas elecciones. Las campañas electorales de los grandes partidos han acaparado de nuevo con sus mensajes todos los espacios de opinión, beneficiados porque las televisiones vienen obligadas a distribuir los tiempos según marca la ley. Y lo que he observado es que los verdaderos problemas de las personas han parecido quedar fuera de estos mensajes, describiéndose, en muchas ocasiones, la realidad española como la de un país ficticio, donde no existen dramáticas desigualdades sociales y ambientales. Por ejemplo, se ha utilizado la cifra del desempleo, pero a la vista de cómo se ha hecho, pareciera que España es un país con cinco millones de parados pero un país sin pobres, sin personas sin protección y sin situaciones desesperadas. O un país con bancos en situación difícil pero sin ciudadanos desahuciados de sus viviendas..., u otros problemas relacionados con el medioambiente que tampoco se han mencionado.
Con todo, la victoria ha sido para el Partido Popular, tan contundente como baticinaban las encuestas y daban por descontada en Europa y en los mercados financieros. Hay que felicitar al PP y a Mariano Rajoy, que si bien no se caracteriza precisamente por su habilidad seductora, sí se espera que mantenga la solvencia política en el seno de su partido (que tanto le costó lograr) y saque provecho de sus experiencias anteriores en los gobiernos de Aznar. Desde ayer comenzaron a votar los especuladores y los mercados financieros y los recados que le mandan son muy claros.
La derrota del PSOE ha sido sin paliativos, su pérdida de votos evidente. Quisiera resaltar que sólo el PSOE ha sido, una vez más, el gran perjudicado tanto por los efectos de la crisis como por las políticas de austeridad y recortes (no así PP ni CiU), como incluso por los supuestos casos de corrupción en algunas Comunidades (no así PP) y en Extremadura ni rastro de desgaste por el tácito acuerdo PP-IU.
Por último, hay que lamentar de nuevo la desvirtuación del resultado por efecto de las circunscripciones electorales provinciales y de la ley D'Hont convirtiendo en mayoría absolutísima el resultado del PP y dejando como cuarta fuerza política a la tercera más votada. De haber existido circunscripción única, el PP no habría conseguido mayoría absoluta y el Congreso de los Diputados hubiera tenido un semblante más progresista.
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