¿Qué significa ser pobre?, ¿por qué no es fácil salir de la pobreza?, ¿por qué la pobreza genera consecuencias que la empeoran?, ¿por qué es fácilmente estigmatizable?
Los testimonios directos de las personas afectadas por la pobreza aportan información relevante sobre quiénes son, cómo viven y cómo la afrontan. Se trata de una realidad cruel, incómoda, y según para quien resulta indeseable. Especialmente para quienes disponen de la capacidad política, legal, administrativa y de recursos para resolverla. Muchos de ellos prefieren quedarse en la nube, en el redondeo frío de las cifras y no aterrizar a lo concreto. Pero más allá de los datos estadísticos, puntos arriba puntos abajo, hay vida. Como dice el Martin Caparrós, autor de "El Hambre", "no es fácil escribir sobre el hambre. Se corren muchos riesgos: el lugar común; el moralismo; la sensiblería; el sensacionalismo; lo difícil de desenredar sus causas; el hecho de ser casi siempre metáfora para el lector".
Dos artículos distintos publicados esta semana nos muestran dos realidades de pobreza en escenarios sociales diferentes. El artículo “¿Qué es la pobreza para un pobre?” resume la información obtenida por los técnicos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, de la ONU en El Salvador. Otro, titulado “El peso de llevar la pobreza en la mochila” muestra la realidad de dos adolescentes que viven en Barcelona (aquí el artículo en castellano). Son dos ejemplos recientes, a los que se pueden sumar otros tantos más, como los nueve más publicados por El Diario de Sevilla en "Retratos de la Crisis".
En el primer artículo, se destaca que las personas consultadas construyeron su definición en términos de las carencias más elementales en sus vidas: la dificultad para encontrar alimento, el no contar con una vivienda digna, el carecer de un trabajo fijo, la inaccesibilidad a los servicios de salud, la inoportunidad a una educación de calidad ni a los niveles requeridos para lograr un trabajo y vida estables. Cuestiones indispensables para la vida que convierten el día en una nueva lucha y supervivencia perpetua en El Salvador.
En el segundo artículo se aporta el testimonio de una familia empobrecida como consecuencia de la crisis y un desahucio inmobiliario. Cuando las cosas están complicadas en casa, la mochila pesa el doble. A veces viven con estrés la situación de penuria económica que tienen en casa, y eso les afecta en clase. Perdieron su casa hace cuatro años y ahora viven con los abuelos, todos en un piso de dos habitaciones. Algunos detalles les van afectando poco a poco… Se refiere a los gritos que a veces hay en casa, o no poder hacer frente a los 20 euros que costaba la última salida al teatro. Las extraescolares, tan necesarias como inaccesibles, los 20 euros de las excursiones al teatro, las colonias, o las actividades extraescolares están totalmente fuera de su alcance. "No nos lo podemos permitir, y ellas lo entienden". La escuela les ha ayudado mucho: "Las tutoras se han volcado siempre en ellas y la psicóloga ya las conoce perfectamente", pero no esconde que la fortaleza de sus hijas a veces no es suficiente para dejar atrás el lastre que supone su situación de pobreza.
"A veces no es sólo que se pueda pasar hambre o que no se tengan dinero para material escolar, que es gravísimo, es que hay consecuencias como la pobreza afectiva: los adolescentes que en casa no les pueden dar suficiente cariño porque los padres están desbordados de problemas llegan a la escuela con la autoestima por los suelos, un desánimo que los hace rendir menos", afirma el psicopedagogo Joan Maria Girona.
Los testimonios directos de las personas afectadas por la pobreza aportan información relevante sobre quiénes son, cómo viven y cómo la afrontan. Se trata de una realidad cruel, incómoda, y según para quien resulta indeseable. Especialmente para quienes disponen de la capacidad política, legal, administrativa y de recursos para resolverla. Muchos de ellos prefieren quedarse en la nube, en el redondeo frío de las cifras y no aterrizar a lo concreto. Pero más allá de los datos estadísticos, puntos arriba puntos abajo, hay vida. Como dice el Martin Caparrós, autor de "El Hambre", "no es fácil escribir sobre el hambre. Se corren muchos riesgos: el lugar común; el moralismo; la sensiblería; el sensacionalismo; lo difícil de desenredar sus causas; el hecho de ser casi siempre metáfora para el lector".
Dos artículos distintos publicados esta semana nos muestran dos realidades de pobreza en escenarios sociales diferentes. El artículo “¿Qué es la pobreza para un pobre?” resume la información obtenida por los técnicos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, de la ONU en El Salvador. Otro, titulado “El peso de llevar la pobreza en la mochila” muestra la realidad de dos adolescentes que viven en Barcelona (aquí el artículo en castellano). Son dos ejemplos recientes, a los que se pueden sumar otros tantos más, como los nueve más publicados por El Diario de Sevilla en "Retratos de la Crisis".
En el primer artículo, se destaca que las personas consultadas construyeron su definición en términos de las carencias más elementales en sus vidas: la dificultad para encontrar alimento, el no contar con una vivienda digna, el carecer de un trabajo fijo, la inaccesibilidad a los servicios de salud, la inoportunidad a una educación de calidad ni a los niveles requeridos para lograr un trabajo y vida estables. Cuestiones indispensables para la vida que convierten el día en una nueva lucha y supervivencia perpetua en El Salvador.
En el segundo artículo se aporta el testimonio de una familia empobrecida como consecuencia de la crisis y un desahucio inmobiliario. Cuando las cosas están complicadas en casa, la mochila pesa el doble. A veces viven con estrés la situación de penuria económica que tienen en casa, y eso les afecta en clase. Perdieron su casa hace cuatro años y ahora viven con los abuelos, todos en un piso de dos habitaciones. Algunos detalles les van afectando poco a poco… Se refiere a los gritos que a veces hay en casa, o no poder hacer frente a los 20 euros que costaba la última salida al teatro. Las extraescolares, tan necesarias como inaccesibles, los 20 euros de las excursiones al teatro, las colonias, o las actividades extraescolares están totalmente fuera de su alcance. "No nos lo podemos permitir, y ellas lo entienden". La escuela les ha ayudado mucho: "Las tutoras se han volcado siempre en ellas y la psicóloga ya las conoce perfectamente", pero no esconde que la fortaleza de sus hijas a veces no es suficiente para dejar atrás el lastre que supone su situación de pobreza.
"A veces no es sólo que se pueda pasar hambre o que no se tengan dinero para material escolar, que es gravísimo, es que hay consecuencias como la pobreza afectiva: los adolescentes que en casa no les pueden dar suficiente cariño porque los padres están desbordados de problemas llegan a la escuela con la autoestima por los suelos, un desánimo que los hace rendir menos", afirma el psicopedagogo Joan Maria Girona.
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