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jueves, 28 de febrero de 2013

¡Pobres búlgaros!

El Gobierno búlgaro ha sido la última víctima de rechazo popular a las políticas de austeridad a ultranza en países de la UE. Las protestas alcanzaron su punto álgido cuando unas cien mil personas salieron a las calles en 35 ciudades. Pero la gente no quiere un cambio de Gobierno sino de política. Necesitan sueldos más altos y que frenen la corrupción tan extendida en el país desde la época comunista. 
Pese a sus dificultades, la situación económica de Bulgaria no es tan angustiosa como la de Grecia o Rumanía. El Gobierno incluso ha recibido los apoyos de la UE por el modo de afrontar la crisis y reducir el déficit presupuestario. Es más, ya quisiera España presentar los números de Bulgaria. 

Con una deuda externa del 16% (España ha alcanzado este año el 100% del PIB), un déficit inferior al 2% (en España es superior al 10%) y un crecimiento del 0,5% del PIB (en España es negativo), las cuentas del país cumplen férreamente la disciplina fiscal. En Bulgaria no ha habido recortes sino una política de austeridad que ha estrujado al sector público. El desempleo crece muy rápidamente y está en un 12,5% (la mitad que en España). 

Pero los programas de austeridad rara vez son vistos con los mismos ojos por quienes los imponen y quienes los sufren. Bulgaria es el país con los salarios más bajos de la UE, en torno a 400 euros mensuales y pensiones de 200 euros mensuales. 

Según la UE, el 49% de los búlgaros están en riesgo de pobreza, aunque la frontera entre la posibilidad de la miseria y la miseria misma es muy difusa en Bulgaria. La pobreza es que una subida en la factura de la luz se lleve la mitad de la renta familiar, o más, en algunos casos. 

La pobreza es que muchas familias hayan quitado los radiadores, no paguen la calefacción central desde hace años. O que ya no recuerden cuándo fueron a un restaurante por última vez o que ya no inviten a comer a sus amigos a casa porque sería muy caro. Que ir al cine, que cuesta 4,5 euros o 6 si es una película de estreno, sea casi un lujo para muchos. 

Los jóvenes búlgaros no creen en la política: Piensan que aunque dimitan los gobiernos no servirá de nada porque la estructura no cambiará. Piden un cambio de modelo político que permita que los ciudadanos tengan poder directo sobre los representantes y que ataje la corrupción. 

Alrededor de un millón de los 7,3 millones de búlgaros han emigrado. No hay mucho futuro en Bulgaria. Los que se quedan hacen lo que pueden para vivir y todavía creen que algo puede cambiar. O eso intentan.

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