Artículo de Rafael Díaz Salazar, Profesor de Sociología en la Univerisidad Complutense y autor de "Desigualdades internacionales, ¡justicia ya!" (Icaria)
Lo importante es el medio plazo. Hay que cambiar la forma de hacer política, desvelar la concentración de la riqueza en España y redistribuirla, elaborar nuevas políticas en fiscalidad, vivienda, trabajo decente, democracia en la empresa, educación. Y para estos cambios necesitamos que el movimiento del 15 M se fortalezca, genere contrapoder ciudadano, cree un nuevo antagonismo social basado en el conflicto no violento y la propuesta de alternativas, penetre entre el precariado que ha votado al PP para reorientar su comportamiento cultural y político. El Movimiento del 15 M necesita tiempo para crecer, pero a los partidos y sindicatos les urge aprender de lo que significa y demanda.
La observación de las acciones combativas en Grecia y Francia nos enseña que la multiplicación de huelgas o de enfrentamientos con la policía no son ya las formas más eficaces de mantener viva una situación de antagonismo persistente. Me parece que sería más útil una estrategia neogandhiana de resistencia, desobediencia civil, ocupación del espacio público. Una especie de guerra de guerrillas no violenta, de acción y retirada, de movilización y educación cívica, de protesta y elaboración colectiva de propuestas y alternativas. Un movimiento sin prisa y sin pausa, que sabe que para crecer a largo plazo hay que saber ajustar el ritmo y el tiempo.
Se trata de crear un movimiento amplio de ciudadanos que sufren la precariedad, no una nueva vanguardia antisistema hiperideologizada... Cuando los ciudadanos se reúnen y se liberan del tiempo reducido a la producción, el descanso y el consumo, despliegan una enorme creatividad social y las iniciativas de acción se multiplican.Es muy importante generar antagonismo y conflicto. La sociología nos enseña que sin ellos, no hay cambio social. El conflicto social hoy día tiene que ser no violento, pero no por ello debe ser pacato.
La maduración y el crecimiento de un movimiento social de precarios en lucha va a necesitar una elaboración programática que vaya más allá del enunciado de demandas genéricas por más justas que puedan ser. Nos enfrentamos a problemas muy complejos y ha llegado la hora de crear talleres ciudadanos de elaboración de propuestas políticas y económicas en los que confluyan activistas y expertos. No es cierto que no haya alternativas. Es mucho lo que ya está elaborado, pero los militantes más concienciados, los economistas críticos y los ciudadanos que sufren la precariedad han estado desvinculados. Es hora de organizar la confluencia para ir elaborando una plataforma programática que se ofrezca desde la sociedad civil. Quizá una de las innovaciones políticas más urgentes sea la de los mítines de los ciudadanos a los dirigentes políticos.
Los campos prioritarios han de ser el control democrático de la riqueza, una nueva fiscalidad, la creación de una banca pública, nuevas leyes laborales para la democracia en la empresa, la creación de empleo decente y la progresiva extinción del trabajo precario, formas para lograr «trabajar menos, trabajar todos y vivir mejor», cambios en las formas de elegir a los diputados, creación de observatorios independientes de políticas públicas, nuevas políticas de acceso a viviendas dignas, etc.
Ante el nuevo ciclo político del PP, hay que organizar la movilización ciudadana. Su receta neoliberal para el empleo es bien conocida: crear las condiciones para que haya más trabajo, pero asumiendo que éste sea cada vez más precario.
Tenemos que contemplar también el tiempo medio y largo, si se desea crear un movimiento social persistente. La acción y la elaboración programática irán creando las condiciones para nuevas formas de representación política. Hoy contemplamos el fracaso del capitalismo, de la socialdemocracia y del comunismo. Palabras como izquierda y socialismo están muy vacías de contenido real. Lo que hemos tenido en Europa es una izquierda sin socialismo. No nos perdamos y enredemos con los nombres. Lo que sí está claro es que hay que ir más allá del capitalismo y que un futuro con esperanza pasa por la construcción de alternativas anticapitalistas, ecologistas e internacionalistas. Las luchas y las alternativas generadas desde las bases ciudadanas irán dando cuerpo a nuevas formas de hacer política que quizá con el paso de los años cristalicen en nuevas formaciones políticas. Por ahora, estamos en el tiempo del «mientras tanto».
Lo importante es el medio plazo. Hay que cambiar la forma de hacer política, desvelar la concentración de la riqueza en España y redistribuirla, elaborar nuevas políticas en fiscalidad, vivienda, trabajo decente, democracia en la empresa, educación. Y para estos cambios necesitamos que el movimiento del 15 M se fortalezca, genere contrapoder ciudadano, cree un nuevo antagonismo social basado en el conflicto no violento y la propuesta de alternativas, penetre entre el precariado que ha votado al PP para reorientar su comportamiento cultural y político. El Movimiento del 15 M necesita tiempo para crecer, pero a los partidos y sindicatos les urge aprender de lo que significa y demanda.
La observación de las acciones combativas en Grecia y Francia nos enseña que la multiplicación de huelgas o de enfrentamientos con la policía no son ya las formas más eficaces de mantener viva una situación de antagonismo persistente. Me parece que sería más útil una estrategia neogandhiana de resistencia, desobediencia civil, ocupación del espacio público. Una especie de guerra de guerrillas no violenta, de acción y retirada, de movilización y educación cívica, de protesta y elaboración colectiva de propuestas y alternativas. Un movimiento sin prisa y sin pausa, que sabe que para crecer a largo plazo hay que saber ajustar el ritmo y el tiempo.
Se trata de crear un movimiento amplio de ciudadanos que sufren la precariedad, no una nueva vanguardia antisistema hiperideologizada... Cuando los ciudadanos se reúnen y se liberan del tiempo reducido a la producción, el descanso y el consumo, despliegan una enorme creatividad social y las iniciativas de acción se multiplican.Es muy importante generar antagonismo y conflicto. La sociología nos enseña que sin ellos, no hay cambio social. El conflicto social hoy día tiene que ser no violento, pero no por ello debe ser pacato.
La maduración y el crecimiento de un movimiento social de precarios en lucha va a necesitar una elaboración programática que vaya más allá del enunciado de demandas genéricas por más justas que puedan ser. Nos enfrentamos a problemas muy complejos y ha llegado la hora de crear talleres ciudadanos de elaboración de propuestas políticas y económicas en los que confluyan activistas y expertos. No es cierto que no haya alternativas. Es mucho lo que ya está elaborado, pero los militantes más concienciados, los economistas críticos y los ciudadanos que sufren la precariedad han estado desvinculados. Es hora de organizar la confluencia para ir elaborando una plataforma programática que se ofrezca desde la sociedad civil. Quizá una de las innovaciones políticas más urgentes sea la de los mítines de los ciudadanos a los dirigentes políticos.
Los campos prioritarios han de ser el control democrático de la riqueza, una nueva fiscalidad, la creación de una banca pública, nuevas leyes laborales para la democracia en la empresa, la creación de empleo decente y la progresiva extinción del trabajo precario, formas para lograr «trabajar menos, trabajar todos y vivir mejor», cambios en las formas de elegir a los diputados, creación de observatorios independientes de políticas públicas, nuevas políticas de acceso a viviendas dignas, etc.
Ante el nuevo ciclo político del PP, hay que organizar la movilización ciudadana. Su receta neoliberal para el empleo es bien conocida: crear las condiciones para que haya más trabajo, pero asumiendo que éste sea cada vez más precario.
Tenemos que contemplar también el tiempo medio y largo, si se desea crear un movimiento social persistente. La acción y la elaboración programática irán creando las condiciones para nuevas formas de representación política. Hoy contemplamos el fracaso del capitalismo, de la socialdemocracia y del comunismo. Palabras como izquierda y socialismo están muy vacías de contenido real. Lo que hemos tenido en Europa es una izquierda sin socialismo. No nos perdamos y enredemos con los nombres. Lo que sí está claro es que hay que ir más allá del capitalismo y que un futuro con esperanza pasa por la construcción de alternativas anticapitalistas, ecologistas e internacionalistas. Las luchas y las alternativas generadas desde las bases ciudadanas irán dando cuerpo a nuevas formas de hacer política que quizá con el paso de los años cristalicen en nuevas formaciones políticas. Por ahora, estamos en el tiempo del «mientras tanto».
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