1/ Durante el periodo de crisis 2007-2014, servicios esenciales como la luz, el gas y el agua subieron en torno al triple que los salarios.
2/ El informe Robinson (por su autor David Robinson) del Oxford Institute for Energy Studies demuestra que el recibo de la luz aumentó en España el doble que la media de la UE.
3/ El Consejo Social Europeo considera que un hogar se encuentra en situación de pobreza energética cuando ha de destinar a esos servicios más del 10% de sus ingresos.
2/ El informe Robinson (por su autor David Robinson) del Oxford Institute for Energy Studies demuestra que el recibo de la luz aumentó en España el doble que la media de la UE.
3/ El Consejo Social Europeo considera que un hogar se encuentra en situación de pobreza energética cuando ha de destinar a esos servicios más del 10% de sus ingresos.
Gráfico de Ramón Curto para El Periódico de Cataluña |
Por más que intentemos comprender las facturas que pagamos y por más que intentamos bajar los consumos, nos topamos con una terrible realidad: cada vez son más caras. No dependen de lo que consumimos sino que se encarecen por factores ajenos. Los consumidores, personas y familias, no somos culpables sino víctimas.
Si como ciudadanos tratamos de buscar culpables nos encontramos perdidos en un auténtico laberinto. Estamos hablando de suministros básicos, indispensables, en los que se mueve mucho dinero, son sectores estratégicos, constitucionalmente declarados servicios públicos que deben estar garantizados pero que se han diseccionado y parcelado de tal forma que permita el acceso a las empresas privadas y por tanto a la opción de obtener los enormes beneficios que genera. La complicidad de políticos con el sector es más que manifiesta (basta con ver los políticos sentados en los consejos de administración), y por tanto no es de extrañar que diluyan la responsabilidad de unos contra otros. Las renovables culpan a las hidroeléctricas, éstas al carbón, éstos a las nucleares..., las compañías de agua a los ayuntamientos, éstos al gobierno... Lo cierto es que seguimos pagando cada vez unas facturas más caras y seguimos siendo víctimas.
Los tres conceptos en las que se mueven estas facturas son producción, distribución e impuestos. En los dos primeros conceptos hay importes fijos, independientemente de cuánto se consuma, y parte de esos conceptos son, realmente, decisiones políticas y acuerdos entre empresas.
Un ejemplo de decisión política es, en la factura de la luz, el "déficit de tarifa", un diseño del deshonroso exvicepresidente económico del PP, Rodrigo Rato, y del que a principios del 2000 fuera ministro de Industria, Josep Piqué. Los Ejecutivos del PSOE tampoco lo atajaron. El diseño consistió en que para evitar que la luz superara el IPC, el Gobierno popular reconoció a las eléctricas el derecho a percibir por la puerta de atrás la diferencia de manos de la banca, convertir la suma en deuda negociable y trasladarla al recibo de los consumidores, que la pagan a las entidades financieras, los titulares de los derechos de cobro, a plazos con sus intereses correspondientes durante 15 años. Son unos 30.000 millones de euros.
Otro ejemplo de decisiones y acuerdos es la inversión española en energías renovables. Solamente Alemania y Dinamarca se sitúan por encima de nuestro país en la clasificación que relaciona las instalaciones con el número de habitantes.
El ejemplo de acuerdos entre empresas lo denuncia Competencia. Identifica claramente a las prácticas oligopólicas de este sector, ya que considera que el precio de la energía se pacta (siempre al alza) en los despachos de las grandes eléctricas. Y en realidad Competencia no puede enfrentarse a esta práctica ya que los enormes beneficios que se pueden generar pactando precios compensan cualquier posible sanción, por elevada que sea.
Si como ciudadanos tratamos de buscar culpables nos encontramos perdidos en un auténtico laberinto. Estamos hablando de suministros básicos, indispensables, en los que se mueve mucho dinero, son sectores estratégicos, constitucionalmente declarados servicios públicos que deben estar garantizados pero que se han diseccionado y parcelado de tal forma que permita el acceso a las empresas privadas y por tanto a la opción de obtener los enormes beneficios que genera. La complicidad de políticos con el sector es más que manifiesta (basta con ver los políticos sentados en los consejos de administración), y por tanto no es de extrañar que diluyan la responsabilidad de unos contra otros. Las renovables culpan a las hidroeléctricas, éstas al carbón, éstos a las nucleares..., las compañías de agua a los ayuntamientos, éstos al gobierno... Lo cierto es que seguimos pagando cada vez unas facturas más caras y seguimos siendo víctimas.
Los tres conceptos en las que se mueven estas facturas son producción, distribución e impuestos. En los dos primeros conceptos hay importes fijos, independientemente de cuánto se consuma, y parte de esos conceptos son, realmente, decisiones políticas y acuerdos entre empresas.
Fuente: El Periódico de Cataluña |
Otro ejemplo de decisiones y acuerdos es la inversión española en energías renovables. Solamente Alemania y Dinamarca se sitúan por encima de nuestro país en la clasificación que relaciona las instalaciones con el número de habitantes.
El ejemplo de acuerdos entre empresas lo denuncia Competencia. Identifica claramente a las prácticas oligopólicas de este sector, ya que considera que el precio de la energía se pacta (siempre al alza) en los despachos de las grandes eléctricas. Y en realidad Competencia no puede enfrentarse a esta práctica ya que los enormes beneficios que se pueden generar pactando precios compensan cualquier posible sanción, por elevada que sea.
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