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martes, 3 de noviembre de 2015

El bolsillo y la memoria

Las próximas elecciones generales del 20-D tienen una especial relevancia para aquellas personas que han acusado de forma dramática los efectos de la crisis económica que apenas se empieza a quedar atrás. Jóvenes que buscan su primer empleo, mayores de 45 años que lo perdieron, parados de larga duración sin prestaciones, familias con todos sus miembros en paro y sin ingresos, cuidadores de personas dependientes que vieron repentinamente frustrado su protección social, trabajadores/as afectados por EREs, trabajadores/as pobres, proyectos de investigación que quedaron en dique seco..., por citar varios ejemplos, ¿qué pueden esperar?

Con carácter general, los partidos políticos y sus candidatos estarán cómodos evitando la realidad de estos millones de personas. Preferirán hablar de "eso otro" que forma parte de la política: de la corrupción instalada en los partidos políticos, la reforma constitucional a raíz del "caso Cataluña", de la dimensión de la recuperación macroeconómica, o de cualquier otro asunto que "surja" repentinamente. Con carácter particular algunos sí darán un paso al frente y propondrán alguna solución en materia de protección social (Podemos ya lo ha hecho), pero no se preocupe, su propuesta será considerada inviable. No cabe duda que todos esos debates resultarán interesantes. Y aunque la desigualdad social y la situación de pobreza estarán presenten en los discursos, mucho me temo que no serán claros en sus propuestas y soluciones.

Conforme se acerque el día de votar muchos de estos millones de ciudadanos se sentirán más desafectos y desmotivados que nunca, percibirán una clase política muy alejada de sus necesidades. Otros harán de tripas corazón y acudirán a las urnas decididos a votar aquella opción que supuestamente más se acerque a la realidad que viven. Será entonces cuando echarán manos a sus paupérrimos bolsillos, mirarán a sus futuros muy inciertos y harán memoria de quiénes movieron lodos que trajeron estos barros.

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