Todos los partidos políticos son organizaciones de interés cuya principal aspiración es el control y ejercicio del poder. Sus estructuras, sus estrategias, sus tiempos y sus mensajes están orientados hacia ese fin. Y cuanto mayor es su poder ejerciente, mayor es la disonancia entre sus discursos en el día a día y en la calle con respecto a las decisiones que aprueban o adoptan en los parlamentos y los gobiernos. Esto es así en los partidos mayoritarios o bipartidismo, y también es así cuando los partidos minoritarios actúan de bisagra cuando no hay mayorías absolutas, ya sean partidos nacionalistas en el ámbito estatal o IU Extremadura en nuestra Comunidad. No he contado nada nuevo, nada que no sepamos, nada que no haya sucedido antes en la historia democrática desde 1978. ¿Por qué iba a ser diferente desde el pasado 6 de mayo que Fernández Vara presentó una moción de censura contra Monago Terraza?
Ni los problemas de Extremadura (en términos económicos y sociales), ni la presión de los grupos más reivindicativos de la región son suficientes para que se produzca un cambio radical de las estrategias de los partidos. A fin de cuentas, dentro de un año habrá de nuevo elecciones autonómicas y tienen asegurados, con más o menos problemas económicos y sociales, con más o menos participación de los votantes, con mejores o peores resultados para cada uno, que los partidos políticos seguirán avanzando en su aspiración: ejercer el poder. Este escenario es reversible cuando la movilización social resulta prolongada e insostenible (poco probable hoy), y cuando los otros grupos de poder (financieros, mediáticos y empresariales) atacan directamente contra el partido político que gobierne y que, como no, en su estratégia terminará claudicando y sometiéndose a los intereses de éstos.
Fernández Vara es un quijote que ha tenido la ocurrencia de desafiar estas lógicas. Ha sorprenido a propios y extraños, ha roto los discursos y su gesto ha supuesto una llamada la atención en la ciudadanía regional y estatal. Es una respuesta en sintonía con su perfil político, aspecto que le honra ante el ciudadano, pero que le deja fuera de lugar en el escenario político. Al menos Fernández Vara lo ha intentado. Lo que mañana pasará en la Asamblea de Extremadura será puro juego de palabrería política, incluidos los insultos varios que presumiblemente y respetuosamente se lanzaran sus aforadas señorías. En este escenario, Extremadura y sus ciudadanos dejarán de ser sujetos de la acción política y se convertirán en objetos cosificados de ataques mutuos, de unos contra otros. Se impondrán los intereses partidarios, las estrategias partidarias y los votos. Fernández Vara perderá, Monago Terraza saldrá fortalecido. El 25 de mayo pasará. Y en mayo de 2015 se repetirá la historia.
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