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jueves, 6 de marzo de 2014

La reforma fiscal que viene

El Gobierno pretende sacar adelante la reforma fiscal durante 2014 para que esté vigente a partir de 2015. Quiero llamar tu atención para que durante los próximos meses te intereses de forma activa en conocer y opinar sobre la anunciada reforma fiscal. 

¿En qué punto se encuentra la fiscalidad en España? Desde los comienzos de la crisis en 2007, la cantidad de dinero sujeta a impuestos en España se ha reducido en 204.143 millones de euros, el equivalente al 20% del PIB español.

Esta situación ha llenado las arcas públicas de telarañas a pesar de las cerca de cincuenta subidas de impuestos aprobadas por el Gobierno de Rajoy desde 2011: aumentos del Impuesto de la Renta de las Personas Físicas, IVA, impuestos especiales y eliminación de deducciones en el impuesto sobre sociedades.

Solo el año pasado, las bases imponibles se redujeron un 3,9%. La evolución de la recaudación hasta noviembre avanza que los resultados de 2013 son similares a los de 2012, lejos de las previsiones, y, lo que es más preocupante, unos 10.000 millones por debajo de la recaudación prevista para 2014.

Mientras, crece el fraude fiscal en España, que ha aumentado en los últimos años, según constatan los datos publicados en los últimos meses que revelan un aumento de la economía sumergida en España.

La mayoría de expertos fiscales, consideran que la presión fiscal en España es alta, en especial la derivada sobre las rentas del trabajo. En el impuesto sobre sociedades, los beneficios en el exterior no tributan y hay créditos fiscales pendientes de aplicar e impuestos anticipados multimillonarios. En el IVA y los impuestos especiales, el efecto de las subidas impositivas se considera agotado y se depende de la evolución del consumo interno.

La percepción del sistema tributario español es que es complejo, mal diseñado y repleto de agujeros por donde se escapan los ingresos públicos. A pesar del anuncio del Gobierno de que bajará impuestos el próximo año, los expertos opinan que aumentará la presión fiscal. 

Se podría pensar que la mejora económica vendrá al rescate, pero ¿cómo va a subir la recaudación del IRPF con la población activa cayendo, los sueldos congelados, casi sin inflación y tipos de interés bajo mínimos? El diagnóstico está claro: España padece un problema de ingresos. La recaudación actual no es suficiente para hacer frente al gasto público. Es lo que generan los abultados déficits públicos contra los que lucha el Ejecutivo con limitado éxito. 

¿Qué obstáculos tiene el Gobierno para impulsarla? El problema al que se enfrenta el Gobierno es que la reforma fiscal entrará en vigor el año que viene, en pleno periodo electoral. Esto le puede atar las manos para poner en marcha algunas medidas más impopulares. El segundo obstáculo del Ejecutivo tiene que ver con el déficit. El año que viene se enfrenta al ajuste presupuestario más duro del ciclo, sin contar el de 2012. Tiene que rebajar el déficit público del 5,8% del PIB al 4,2%, lo que equivale a un ajuste de unos 16.000 millones en 2015 y otros 14.000 el año siguiente. 

¿Qué podemos esperar? Como mínimo un debate serio, la participación de la ciudadanía, tanto a través de las opiniones y recomendaciones de todos los expertos como de una información transparente y veraz sobre lo que se pretende cambiar. 

El Gobierno tocará directamente todos los impuestos que afectan a la ciudadanía: El impuesto de la Renta de las Personas Físicas; las Rentas del Capital; La deducción por Vivienda; el IVA; la fiscalidad del tabaco, el alcohol, y los hidrocarburos. Y también afectará a las empresas: el sistema fiscal de Módulos; el impuesto de sociedades… Por tanto no puede responder al único criterio de bajar impuestos, aunque su objetivo político sea utilizarse como reclamo electoral.

¿Qué criterios debería contemplar la reforma fiscal? La nueva fiscalidad que prepara el Gobierno debería responder al menos a seis principios básicos. El primero, el requisito universal y evidente de la equidad tributaria; el segundo, que garantice un volumen de ingresos similar a la cuantía del gasto público esperado; En tercer lugar, que los nuevos esquemas tributarios estimulen el crecimiento económico; el cuarto, que la fiscalidad favorezca el ahorro. El quinto que sea un sistema tributario más sencillo, eficiente, neutral y equitativo; con tributos coordinados entre sí de base amplia, tipos bajos y pocos incentivos muy justificados; y por último, que sea acorde con lo que dicta Europa.

En definitiva, el sistema fiscal debe apoyar y apoyarse en la recuperación económica, y esto no es posible con niveles elevados de deuda y sin superávit presupuestario, porque buena parte de los recursos financieros del país se destinan precisamente al pago de esa deuda, de ahí que sea lógico, pues, que una de las soluciones sea aumentar el ahorro interno y propiciar más inversión. Pero también que no penalice el factor trabajo, fomente el crecimiento y el empleo, y refuerce la seguridad jurídica y la lucha contra el fraude.

¿Por dónde van las ideas y propuestas? En un informe publicado a finales del año pasado con el título “Reformas fiscales de los miembros de la UE: retos de la política fiscal para el crecimiento económico y la sostenibilidad fiscal”, la Comisión Europea muestra por dónde irán las reformas tributarias en Europa. En el informe se indica que “el desplazamiento fiscal consiste en cambios tributarios desde un modelo menos proclive al crecimiento económico, (basado en una alta fiscalidad del trabajo y de las empresas), hacia un modelo que favorezca dicho crecimiento”. La comisión además marca el camino cuando dice que “los países con una alta presión fiscal sobre el trabajo tienen margen para hacer un incremento de impuestos menos lesivos al crecimiento como los impuestos sobre el consumo (como son el IVA y los impuestos especiales), los medioambientales o los que recaen sobre los inmuebles”.

Y este documento parece que es el guion que sigue el Gobierno de España para su reforma”. Y por tanto, deberá consistir en una rebaja de la fiscalidad sobre el trabajo y un aumento de la tributación sobre el consumo y de la propiedad inmobiliaria a costa de ampliar las bases imponibles.

Todo parece indicar que el proyecto se transformará en una ley que establecerá plazos de entrada en vigor en diferentes fases durante 2015, 2016 y 2017. De modo que el Gobierno confía en que la rebaja en el IRPF estimule el consumo, y eso hará aumentar la recaudación del IVA sin necesidad de tocar los tipos de este tributo.

Dado que se trata de una reforma de envergadura, con afectación a toda la ciudadanía y sectores económicos, nuestra recomendación es que cada ciudadana y ciudadano permanezca interesado y atento. Como dije al comienzo: quiero llamar tu atención para que durante los próximos meses te intereses de forma activa en conocer y opinar sobre la anunciada reforma fiscal.

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