Vivimos en una época de mensajes simplificados y de problemas complejos. Simplificar es una de las maneras de no decir la verdad, de analizar solo la parte que nos interesa de una cuestión, es decir, en el fondo, una opción ideológica. Es lo contrario de sintetizar, cuando se tienen en cuenta el mayor número posible de elementos de la realidad. En el actual debate español -y europeo- se está simplificando en exceso, siempre en la dirección de concretos intereses.
Leer el resto del artículo de Nicolás Sartorius en El País.
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