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jueves, 20 de enero de 2011

De Islandia

En medio de nuestra particular tragedia (crisis) económica que nos estrangula indecentemente, me acuerdo de Islandia. Porque fue el primero de los países europeos que sufrió las consecuencias de las burbujas inmobiliarias y las especulaciones financieras. El gobierno islandés, por aquél entonces perplejo y absolutamente solo, no pudo remediar la quiebra de sus bancos y que su economía cayese en picado empobreciendo a sus ciudadanos. Este escenario es el peor de todos, así se entiende aquí en España, el menos deseable, de ahí que España, más poderosa y perteneciente al motor de la UE, se aferre al euro y la zona común para evitar males mayores. El caso islandés ocurrió en 2008.


Me pregunto qué habrá sido de Islandia hoy. Eché mano de la Red y pude ver que no he sido el único ... y sobre todo, cual ha sido mi sorpresa cuando leo ¡¡ ha salido de la crisis !! A su modo José Manuel Atencia despliega sutileza e ironía para describir cierta perplejidad.


Me quedo con este artículo de Virginia Mataix de 23 diciembre 2010 en Levante: Islandia, ¿una utopía?

Islandia, la tierra verde por utilizar sus recursos naturales transformándolos en energía, vikinga, de volcanes que rugen como dioses antigüos, expandiendo cénizas por aires oscuros de Europa. El más próspero y rico del mundo hasta 2007.

Ciudadanos optimistas, amables, que gustan de las tradiciones de honrar a sus ancestros y hacer la vida grata a sus vecinos. Apasionados en crear e involucrar a los demás en proyectos de trabajo. Templados y pacíficos cuando les estalla una tormenta financiera a semejanza de la Europea o, si acaso, peor, el endeudamiento contraído es un gigante siete veces más que su PIB.

Se hundieron las financieras con los bancos detrás. Todo un sistema económico de especulación, deuda y bancarrota fue la aurora boreal de Islandia en octubre de 2008. Comenzó el desfile inevitable de acreedores por fondos de depósitos ingleses, holandeses, los bancos declarándose en quiebra, el FMI que si le rescata con otro préstamo, y la UE que si queréis entrar tendréis que pagar el otro préstamo... Los ciudadanos de la isla verde, vikinga, blanca, desvalorada, desvencijada, aparcaron el conformismo. Por Odin, que hasta ahí podían llegar.

Los islandeses salieron a la calle a manifestar su protesta, de manera pacífica, la primera vez desde 1949, cuando se creó la OTAN. Pidieron un referéndum popular en contra del rescate de los bancos a costa de los fondos públicos. Y ganaron. Los bancos tendrían que apañarse con sus números clandestinos. Dimitió el presidente conservador Geir Haarde y se celebraron nuevas elecciones. Johanna Siguroarclottir, socialdemócrata, se convierte en primera ministra y el Parlamento inicia una investigación. Se constituye un tribunal popular con personas sin ideología política para redactar una nueva Constitución y mientras llega un documento de 2.000 páginas donde se descubre un posible abuso de información e irregularidad en los mayores inversores islandeses. Éstos andaban, al parecer, al tanto de la que se avecinaba y sacaron todo su dinero unos días antes de la caída en picado de los bancos.

Hace unos días, las autoridades judiciales detuvieron a los banqueros que ocasionaron la ruina. Uno ya está en la cárcel. Los jueces les exigen cifas millonarias por su responsabilidad directa en la crisis y por el daño inflingido a los habitantes. La recesión se ha terminado en Islandia. Han crecido. Las familias empiezan a gastar, las empresas vuelven a producir y a crear puestos de trabajo. En la red corren noticias sobre Islandia y Julien Assange, el creador de Wikileaks. Dicen que fue quien proporcionó los datos de los bancos.

Por aquí, todo va igual. Otra Navidad con alegría cínica. Con la resignación y la costumbre aderezado con una salsa de mediocridad que envuelve nuestra atmósfera. Y la tierra de hielo a celebrar como se merecen unas felices pascuas. Quizá una utopía en estos tiempos marchitos.

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