El neoliberalismo además divinizó como valor supremo el beneficio. De lo que se trataba era de ganar cuanto más mejor, sin importar el cómo … Los que se oponían eran enemigos del progreso, los aguafiestas de turno. La ética, la justicia, la solidaridad brillaban por su ausencia ... Esta era la norma, la excepción era considerada ingenuidad.
Es el triunfo del pensamiento único. Y se ha llegado a esta situación porque se ha perdido ese sentido crítico, que es el armazón de un buen sistema democrático. Como muy bien dice también Josep Ramoneda “La impunidad de los que han provocado esta crisis es tan escandalosa que es difícil de entender la falta de reacción salvo que el virus de la indiferencia se haya impuesto definitivamente. Desde el pensamiento, contra el totalitarismo de la indiferencia sólo cabe recuperar la razón crítica”.
Por Cándido Marquesán Millán
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