El Consejo de la Juventud de Extremadura y POSMER elaboran el “Estudio y Análisis de la pobreza juvenil en Extremadura” para conocer más de cerca la realidad y factores determinantes de dicha situación.
El Consejo de la Juventud de Extremadura, CJEx, lleva ya meses denunciando el crecimiento de la vulnerabilidad y riesgo de pobreza y exclusión social sufrido por la población joven extremeña. Así lo indican las cifras ofrecidas al respecto en los últimos Observatorios de Emancipación Joven (OBJOVEM) del Consejo de la Juventud de España, que alertan de que 1 de cada 2 jóvenes en nuestra región sufren riesgo de pobreza y/o exclusión social según el indicador AROPE. Por eso, ahora el organismo no se conforma y va un paso más allá con la creación de un estudio que ayude a identificar las principales causas y factores clave que originan tales circunstancias juveniles en nuestra comunidad.
El “Estudio y Análisis de la pobreza juvenil en Extremadura”, encargado a POSMER por el CJEx, detalla la realidad de la juventud de los distintos municipios extremeños. Su principal conclusión alcanzada está en que, para mantener nuestro nivel de desarrollo territorial, social y económico, la región necesita a sus jóvenes.
Los directores del Estudio han sido Eva Flores, Socióloga en la especialidad de Métodos y Técnicas de Investigación Social y de Mercado por la U. Complutense de Madrid. En los últimos diez años ha trabajado como Asistenta Técnica para la Junta de Extremadura en diferentes proyectos europeos, especialmente en el Proyecto Transfronterizo OTALEX (Alentejo-Extremadura). Fundadora de la marca POSMER, empresa consultora formada por un grupo de Profesionales que desarrollan su actividad en el análisis político, estudios de opinión, investigación social y de mercados. Actualmente es vicedecana para Extremadura del Colegio de Sociólogos y Politólogos de España. Y Javier Segura, Trabajador Social por la U. de Sevilla, experto en desarrollo sociocomunitarios. Ha sido director del Centro de Refugiados de Mérida gestionado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). En 2011 trabaja como Coordinador de Programas de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en Extremadura (EAPN Extremadura). Desde 2015 trabaja como Coordinador de Proyectos para la Fundación Atenea en Extremadura.
Extremadura pierde a sus jóvenes y camina a su desertización.
En Extremadura hay 186.558 jóvenes, lo que supone el 17,07% de su población total. La desertización extremeña es una realidad y está avanzando por el descenso de la población joven (un 85% de los municipios extremeños tienen menos de 500 habitantes de 15 a 29 años). Sólo 3 ciudades, Cáceres, Badajoz y Mérida, cuentan con más de 10.000 ciudadanos jóvenes.
Además, la región tiene unos valores muy bajos respecto a la población joven sobre la envejecida (de más de 65 años), alcanzando como máximo el 23%. La pérdida de nuestra juventud está reflejada también en la emigración: de 2005 a 2015 más de 5.700 personas que se marcharon oficialmente en su etapa juvenil no han vuelto a Extremadura. Todas las localidades tienen saldo migratorio negativo, siendo en la provincia de Cáceres casi 10 veces mayor que en la de Badajoz (4.213 frente a 489 en la última década). Merecen especial atención por ser los más afectados por las circunstancias mencionadas Campillo de Deleitosa, Gargüera, Robledillo de Gata y Palomero.
Juventud extremeña: precaria, vulnerable y empobrecida.
El “Estudio y análisis de la pobreza juvenil en Extremadura” arroja más datos sobre la disminución de la población joven extremeña. Indica que tales circunstancias, añadidas al alto paro juvenil y el abandono escolar o la costosa financiación de la educación superior y su falta de garantías laborales, contribuyen al afianzamiento del régimen familiarista en nuestra región, es decir, a la dependencia de nuestra juventud activa de sus familias (un hecho del que ya alertaba el informe Juventud Necesaria del CJE). Lo alarmante es que la aceptación de tal síndrome consigue culpabilizar a las personas jóvenes por ello y exculpar a la población adulta. Esto conlleva el retraso de su autonomía y emancipación, motivada por la falta de recursos económicos para acceder a la vivienda o el empobrecimiento que implica irse de casa por carencia de políticas redistributivas similares a otros países de nuestro entorno. El aprovechamiento del parque de viviendas vacías de la región (103.405) eliminaría la dependencia residencial juvenil (191.033). La concentración de casas y pisos vacíos se localiza además en núcleos urbanos.
Entre las actuales generaciones de padres e hijos se ha producido una ruptura relacional entre formación y nivel socioeconómico: la generalización de estudios superiores no supone alcanzar el “status social” (como en el siglo XX), hace falta recurrir a otros procesos adicionales como largos periodos de oposiciones, prestigiosos másters privados, etc. Esto es debido a que en el círculo vicioso del que depende el cada vez menor poder adquisitivo juvenil, está el factor laboral: la dificultad de acceso al primer puesto de trabajo, los obstáculos existentes para mantener un empleo y la precariedad del mismo (dominado por la temporalidad y subocupación). Conviene destacar en este ámbito la dudosa efectividad de los contratos de formación.
Por tanto no es de extrañar que la juventud extremeña se perciba a sí misma como una población precaria, vulnerable y en riesgo de exclusión por falta de oportunidades, además de empobrecida. Es consciente de sus dificultades para acometer sus planes de vida y futuro, de la falta de compromiso institucional para favorecer su tránsito a la etapa adulta y de los inconvenientes reales para ejercer efectivamente sus derechos. Un hecho que evidencia también su desafección por la política, en contraposición hacia su compromiso por la justicia social y la solidaridad mediante la expresión de su opinión, las actividades de voluntariado y/o de participación juvenil.
Más estudios juveniles con sus protagonistas.
Una de las principales dificultades de este estudio está en la falta de datos estadísticos públicos, como ha señalado el CJEx en ocasiones anteriores tras la publicación de las cifras mensuales del paro o de la EPA. Como indica Eva María Flores, directora del estudio, no se tiene una estratificación crónica. No existe información sobre aspectos clave, posiblemente por desinterés político o porque no conviene disponer de datos desagregados por edades (como las relativas a edad y nivel municipal). Tampoco hay estudios sobre juventud centrados en saber sus ideas y opiniones, o que se acerquen a conocer más sobre sus actuaciones y hábitos reales o que integren la participación de sus protagonistas.
Ante todo lo reflejado, el CJEx propone una reforma estructural de la política social y juvenil, y que sean redistributivas para compensar las desigualdades. Javier Segura, coautor del estudio, apunta también a que dichas iniciativas permitan a la juventud permanecer en Extremadura y frenar su desprotección social. Es necesario disponer de los medios necesarios para evitar la socialización de la pobreza y su transmisión generacional, porque como señala Enrique Hernández, presidente del CJEx, “la pobreza se cronifica: si la familia no puede sacarte, no te saca nadie”.
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