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jueves, 31 de octubre de 2013

Mayoría silenciosa

Comenzaré haciendo una pregunta directa: ¿Eres una persona que forma parte de la mayoría silenciosa? 

Estoy convencido que la mayoría de las respuestas que obtendría serían afirmativas. Quizá convenga empezar definiendo qué es y cuál es su utilidad desde un punto de vista político y social. Mayoría silenciosa hace referencia a la gran masa de la población que no tiene participación activa dentro de la política nacional, que no se manifiesta y que parece indiferente a los problemas económicos, políticos y sociales de un país. 

Con frecuencia es usada por los gobernantes que pretenden que esa masa les es favorable y les respalda en sus decisiones. Hoy también algunos líderes de opinión dicen interpretar los pensamientos, actitudes y creencias de la mayoría silenciosa y pretenden darle voz ante sus auditorios. 

La mayoría silenciosa se ha convertido en un recurso retórico para señalar que las posiciones de las minorías activas que utilizan ampliamente los medios de propaganda para manifestarse, no corresponden a lo que piensa y siente la mayor parte de la población. La mayoría silenciosa fue invocada por primera vez por el presidente norteamericano Richard Nixon en un famoso e histórico discurso que pronunció el 3 de noviembre de 1969, en el que exponía sus planes para acabar con la guerra de Vietnam, buscando el apoyo del pueblo americano, al que él llama la "mayoría silenciosa". Desde su punto de vista, una de las razones de la profunda división acerca del Vietnam fue que muchos Americanos habían perdido su confianza en lo que su Gobierno les comunicó acerca de su política. A los americanos, argumentó Nixon, no se les puede y no se les debe pedir su apoyo a una política involucrada en asuntos primordiales a menos que ellos conozcan la verdad acerca de esa política. Para Nixon la mayoría silenciosa era aquella que no se metía en líos, que permanecía en sus casas mientras en las calles se apaleaban a estudiantes y minorías a las que criminalizó aunque reclamaban paz o derechos civiles. 

Aquí en España, el presidente Rajoy tiró de la “mayoría silenciosa” con ocasión de la huelga general del 25 de septiembre de 2012, y cito textualmente: “Permítanme que haga un reconocimiento a la mayoría de españoles que no se manifiestan, que no salen en las portadas de la prensa y que no abren los telediarios. No se les ven, pero están ahí, son la mayoría de los 47 millones de personas que viven en España. Esa inmensa mayoría está trabajando, el que puede, dando lo mejor de sí para lograr ese objetivo nacional que nos compete a todos, que es salir de esta crisis”. 

¿Pero acaso no tenían razón Nixon, Rajoy y otros tantos políticos cuando hablan así sobre una mayoría silenciosa de millones de personas que no se manifiesta? 

Historiadores y sociólogos coinciden en que el concepto de mayoría silenciosa es intangible, y advierten que un Gobierno democrático tiene plena legitimidad y no tiene sentido apelar a un concepto tan intangible como la manera de intentar legitimar una determinada posición. Afortunadamente, en democracia la mayoría nunca es silenciosa. Hay multitud de herramientas para saber lo que opina la gente: desde las mismas elecciones hasta los sondeos de opinión. Las encuestas de opinión son un utensilio habitual en todas las democracias. Pero, además, las manifestaciones son importantes. No solo son un derecho constitucional, sino que indican también el malestar de una parte de la ciudadanía. 

La perversión se produce y raya la indecencia política cuando se contrapone ciudadanía activa reivindicativa contra ciudadanía pasiva sufridora, una ciudadanía que además, en el momento presente, son dos caras de la misma moneda. Para la mayor parte de los españoles, los políticos, los partidos y el Gobierno son parte de los problemas más graves que tiene España, solo después del paro y la coyuntura económica.

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