Peor imposible

Los mercados financieros con sus amenazas, la UE con sus exigencias y el Gobierno español con sus respuestas tienen a la ciudadanía viviendo una especie de esquizofrenia social como nunca he conocido ni vivido: hay quienes están paralizados por el miedo, hay quienes están agotados de luchar contra los imposibles, hay quienes han perdido todo incluso los sueños y la esperanza, hay quienes están indignados, otros y otras simplemente resignados.

El Gobierno no ayuda. Ha optado por volcar sobre la gran bolsa fiscal de la clase media todos sus envites. Primero con subida de impuestos, después con la reforma laboral que abarató y simplificó el despido y desprotegió a los trabajadores; posteriormente aplicando tasas y cargando con más impuestos y finalmente asumiendo que este año se destruirán más de 630.000 empleos aumentando la cifra por encima de los 6 millones de parados en España. 

Por si fuera poco, las formas del Gobierno no convencen. Pese a su objetivo de control del déficit, los Presupuestos presentados hace unas semanas – tarde y mal – ni siquiera obtuvieron dos días de credibilidad. Se desmontaron las cuentas al tercer día. Ni le creyeron los mercados, ni le creyó la UE ni a los ciudadanos y ciudadanas españolas le cuadraron las cuentas. Demasiado subestimados los gastos, demasiado sobrevalorados los ingresos y demasiadas medidas de efectos puntuales que no sirven para equilibrar las cuentas públicas de forma estructural. 

Así las cosas, no es de sorprender que semana tras semana anuncie un empeoramiento de la situación y un nuevo recorte o ajuste en los ingresos y gastos públicos. El maquiavelismo de su lenguaje político sirve únicamente para indignar más a la ciudadanía: “no sólo tiene con arremeter contra la economía de la clase media sino que además la toma por tonta”. Demasiado fácil. Y mientras tanto, gobierna sus agendas ocultas sin ninguna intención de mostrar sus objetivos a medio y largo plazo, sin ningún propósito de dialogar y generar consensos, atrincherado entre los suyos y administrando el presente como mejor sabe y puede.

Mientras tanto, Extremadura sufre un retroceso económico que nos puede devolver a los años ochenta del pasado siglo, y ciñe una amenaza real sobre la transformación social y los servicios públicos. Esta región no puede competir en los términos de desarrollo y crecimiento que se están empleando con un único criterio de eficiencia de tesorería (ingresos menos gastos), es una Comunidad Autónoma extensa y de población dispersa. El concepto productividad tiene que ser compensando con el de utilidad social e inversión pública.

De seguir así las cosas en lo que queda de año y el que viene hay que ir pensando en declarar la situación de emergencia social, garantizar una alimentación básica a las familias, unos ingresos de sobrevivencia y un plan de choque de empleo comunitario que permita que ningun trabajador sin ingresos económicos pase más de quince meses en desempleo. Hay quienes vislumbran el fin del apoyo de IU-SIEX al Gobierno de Monago, que se producirá cuando no puedan salir de víctimas sino culpables de una gestión ineficaz y de verdugos de una sociedad martirizada. Tantos años esperando el relevo en el gobierno extremeño y apenas año y medio durará la fiesta a la derecha, y es que, los experimentos mejor con gaseosa, que para engaños ya tenemos suficientes.

El Gobierno de Rajoy se ha instituido como promotor de la división social y política como forma de resolver la crisis. Su empeño está en controlar la calle, controlar los medios de comunicación, eliminar cualquier voz discordante. La mía no la van a callar. Y no me pidan que arrime mi hombro a su causa, que ni en forma ni en fondo, es la mía ni de la mayoría de los ciudadanos. Pero cuando quieran consenso, objetivos comunes y defena de la sociedad y estado de bienestar, entonces ahí estaré apoyando.