La noche electoral, en la sede del PP tardaron algo más en entender que estaba ocurriendo. El estupor inicial se transformó en un escalofrío cuando a las nueve y media, ya con más del 60% de los votos escrutados, sus dirigentes comprendieron que no había margen para alcanzar el Gobierno.
Arenas iba a ganar por primera vez unas elecciones autonómicas en Andalucía, sí, pero no iba a tener la mayoría absoluta, el único veredicto que le garantizaba el éxito.
Arenas, uno de los políticos en activo más veteranos de España, brillante y astuto para sus partidarios, fullero y taimado para sus adversarios, se dio de bruces con la realidad.
La decepción en la sede del PP fue brutal. No sólo tenía todas las encuestas a favor, sino que además había una conjunción planetaria (el hartazgo ciudadano tras 30 años de Gobierno del PSOE, el caso de corrupción de los ERE, la tasa de paro, la división interna de sus adversarios…) que le había hecho pensar en su victoria rotunda… Pero llegó otro bofetón. “Si no ganamos esta vez, no ganamos nunca”, susurraba un trabajador en la sede del PP.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por su participación en este Blog