El Instituto Nacional de Estadística ha hecho acopio de la información: En 2016, 28.281 mujeres víctimas de violencia de género. En violencia doméstica, 2.574 hombres y 4.289 mujeres. En Extremadura, 744 personas han tenido orden de protección o medidas cautelares. La escalada de víctimas de violencia de género no tiene fin. Abren portadas informativas, provocan reacciones de estupor, la ciudadanía es convocada a concentraciones de repulsa y solidaridad con las víctimas. ¿Se están haciendo las cosas bien?, ¿qué más se puede hacer?
Sinceramente, opino que se ha avanzado mucho para concienciar, prevenir y alertar, y para proteger y atender a las víctimas. Se han aprobado leyes y medidas judiciales, movilizado fuerzas de seguridad y servicios psicosociales. Y sigue siendo insuficiente.
Sinceramente, también opino que, mientras sigamos viendo la violencia de género como un asunto de otras familias, de otras mujeres víctimas y de otros hombres, no se podrán eliminar las causas de raíz que la provocan. Todas y todos somos víctimas de la violencia de género, estemos directamente involucrados o no en un episodio violento concreto.
Porque todas y todos somos víctimas de una fatídica herencia que sostiene un sistema sexo y género androcéntrico que asigna roles sociales diferentes a las mujeres y a los hombres, y que favorece estereotipos contrarios a la dignidad humana atribuyendo cualidades de violencia y poder a los hombres y cualidades de sentimientos de culpa y sumisión a las mujeres.
Y mientras tanto, gobierno de Rajoy y partidos representados en el congreso de los diputados siguen lentos para concretar un pacto de estado contra la Violencia de Género. ¿De verdad les importa?, mire que somos las víctimas, ¿cuánto más hay que esperar?
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