Meses antes de finalizar la II Guerra Mundial hubo bombardeos con objetivos indiscriminados sistemáticos de los países aliados sobre todas las ciudades alemanas con más de cien mil habitantes. Hoy, quien visita cualquiera de las bellas ciudades alemanas se encuentra barrios y edificios históricos completamente rehabilitados, algunos finalizados apenas veinte años atrás. En ellos es común encontrarse información multimedia de cómo eran antes de la guerra, cómo quedaron tras los bombardeos y cómo han quedado tras su reconstrucción. Una forma objetiva de exponer la Memoria Histórica de un país que, ni la oculta ni la interpreta sesgadamente.
La visita en Nurëmberg al Palacio de Justicia, a la sala 103 donde se celebraron los juicios contra los líderes nazis capturados vivos al final de la gran guerra; o la visita al campo de concentración de Dachau en las proximidades de Münich son otros ejemplos de cómo Alemania ha incorporado su Memoria Histórica a su nueva realidad. En ambos lugares, sobrecogedores por otro lado, se exponen los hechos, recopilados cronológicamente, documentados, objetivos. Hay testimonios de quiénes los vivieron en primera persona, pero sobre ellos no se hacen juicios de valor, éstos tan solo sirven para que los visitantes complementen los hechos con las emociones expresadas en dichos testimonios.
Son ejemplos que traídos a la Memoria Histórica en España ponen de manifiesto lo que aquí queda pendiente. Sigue planeando en España la larga sombra del franquismo heredada en el corpus ideológico de determinados partidos políticos, y del otro lado el irrefrenable deseo de otros de recontar la historia mostrando la crueldad de la Guerra Civil y la Dictadura posterior como sí, en las evidencias desenterradas se pudiera ganar la Guerra perdida.
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