Comienzan a abundar los datos que permiten hacer un análisis profundo de los efectos de esta larga crisis económica en relación al bienestar de la ciudadanía, que debe ser el fin último de la economía, y también se conocen datos sobre cómo está afectando el reparto de los sacrificios y de la austeridad en el seno de la sociedad española. El balance no puede ser más comprometido: en renta disponible por habitante nuestro país ha caído a niveles de renta similares a los del año 2002, por lo que ya se puede hablar de una década perdida. En términos de desigualdad, la cosa es aún peor: según los datos de Eurostat, que es la oficina de estadísticas de la Comisión Europea, España es el país más desigual de Europa junto con Portugal, Bulgaria y Letonia (lugares muy alejados de nuestro nivel de renta), y por encima, por ejemplo, de Grecia.