Otro nuevo caso de (supuesta) falsificación de títulos universitarios ocupa los titulares de medios de comunicación. En este caso, eldiario.es realiza periodismo de investigación y destapa una posible falsedad documental de un título Master de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. Para lograrlo ha tenido que contar con la inexcusable complicidad de docentes y funcionarios de la Universidad Rey Juan Carlos.
Hay motivo para estar indignado. En este punto, siento normal que como ciudadano quede perplejo ante la sucesión de noticias y reacciones y alcanzar el estado de indignación a medida que avanza el tiempo.
¿Qué gana Cifuentes con algo así? Indignación porque es inevitable sumar este posible delito a la larga lista de casos de corrupción que afectan a los partidos políticos, aunque por este hecho no haya obtenido (al menos de momento) atribuirse ningún beneficio individual, salvo la meritocracia de un conocimiento acreditado del que realmente no dispone.
El esfuerzo de miles de estudiantes. Indignación porque sé lo que cuesta, en términos intelectuales, de tiempo y económicos, aprobar cursos de esta naturaleza. Porque este esfuerzo lo están haciendo miles de estudiantes (y sus familias), entre otras cosas porque solo así consideran que mejoran sus opciones de tránsito al mercado laboral con empleos de cierta calidad.
¿Cómo queda el prestigio de la Universidad? Indignación porque las universidades representan ante todo una institución de conocimiento, de ciencia, de ética, de valores, de progreso; y que una de ellas se vea salpicada por una trama de estas características implica un ataque frontal contra todos los símbolos que las prestigian.
Gobernantes honorables. Indignación porque se esperan unos mínimos valores éticos y de honorabilidad de las personas que aspiran a representarnos en el desempeño de cargos públicos con responsabilidades de gobierno. Imagino a cualquier representante (Consejero, Director general...) del Gobierno de Cifuentes, con su esfuerzo y lucha diaria, sacando adelante su proyecto político, ¿en qué lugar queda todo su desempeño porque su líder falla en algo tan miserable?
Gobernantes honorables. Indignación porque se esperan unos mínimos valores éticos y de honorabilidad de las personas que aspiran a representarnos en el desempeño de cargos públicos con responsabilidades de gobierno. Imagino a cualquier representante (Consejero, Director general...) del Gobierno de Cifuentes, con su esfuerzo y lucha diaria, sacando adelante su proyecto político, ¿en qué lugar queda todo su desempeño porque su líder falla en algo tan miserable?
¿Estas son las personas que deben acabar con la corrupción? Indignación porque Cristina Cifuentes ha querido representar, dentro del Partido Popular de Madrid, un liderazgo político al margen de la corrupción existente hasta su nombramiento. Puede que haya acabado con ese precedente, pero ella misma abre otra brecha contra los valores regeneracionistas.
¿Es causa de la titulitis? Coincido con algunas ideas expresadas en este artículo: España está afectada por el síndrome de la "titulitis". Un término que comenzó a proliferar allá por el 2011, para hacer referencia, por un lado, a la sobrecualificación de los empleados en relación a los trabajos que desempeñan; por otro lado a que en numerosos casos estos caros títulos y certificados esconden mero aire tras ellos. En todos los casos, una forma de infravalorar el talento, la valía y la dedicación de las personas, porque al no disponer de algún título, son convertidas en trabajadoras sin aptitudes y actitud. Para hacer frente a este síndrome, coincido que debería valorarse el talento, la valía, el autoaprendizaje, los conocimientos prácticos y no solo teóricos, la fortaleza de las relaciones laborales empleador-empleados.
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