El drama humanitario de los refugiados deambulando por los campos, las vías férreas, las carreteras y caminos o agolpados en las alambradas improvisadas de las fronteras de la "desarrollada" Europa, causa dolor, indignación y vergüenza en la práctica totalidad de las personas que me rodean. Desgraciadamente alguno hay que todavía no se ha puesto en los zapatos embarrados de quien sufre la huida en busca de paz y refugio; algún que otro que se queda en el chiste de mal gusto, algún que otro que los mira con hostilidad y siente no sé qué tipo de amenaza de venir a robarles el pan de su casa...